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19S: algunas consecuencias y diferencias entre los sismos de septiembre 1985 y 2017 en la CDMX

Por: Arq. Vania Itzumi Catalán Pérez*


Dos de los eventos sísmicos más destructivos para la Ciudad de México en términos de pérdidas humanas y financieras han sido los sismos de 1985 y 2017 en donde se observó la alta vulnerabilidad que presentaron particularmente los edificios destinados a vivienda. Esto se observa a través de diversos estudios que se realizaron posteriormente a la ocurrencia de ambos sismos. En este artículo se presentarán algunas de las diferencias más importantes en estos dos eventos en donde se da énfasis a los daños que causaron en la vivienda multifamiliar y unifamiliar.


El primer sismo catastrófico en la historia reciente de la Ciudad de México fue el del 19 del septiembre de 1985, ocurriendo a las 7:19:45 (hora local), registrando una magnitud de Mw8.1. Este sismo de subducción tuvo epicentro en las costas de Guerrero y Michoacán (aproximadamente a 300 km de la Ciudad de México). Este tipo de mecanismo (intraplaca) resulta en contenidos de baja frecuencia en el movimiento que presenta el suelo de la Ciudad de México (alrededor de 0.5 Hz). Esto quiere decir que en el sismo de 1985 ocurrieron grandes intensidades sísmicas en sitios con periodos de suelo (Ts) cerca de 2 s.


Figura 1.Derrumbe de edificios como consecuencia del sismo de 1985. En Tlatelolco, en la imagen el edificio Nuevo León. Créditos fotográficos: Marco Antonio Cruz (imagen obtenida de: https://bit.ly/2xmtrHr )


Como consecuencia de este sismo y sus réplicas (particularmente la del 20 de septiembre de 1985 a las 19:37, hora local) se registraron 133 colapsos totales, 353 colapsos parciales y 271 estructuras con daños severos, de acuerdo con un estudio realizado para más de 53,000 edificios (FICA, 1998).

Según este mismo estudio (FICA, 1998), entre las estructuras colapsadas y severamente dañadas, se reportaron edificios de 7 a 15 pisos (Masaki et al., 1996); estos edificios fueron diseñados y construidos según la normatividad de la Ciudad de México de 1957 y 1976.


Otro estudio llevado a cabo, reveló que los sistemas estructurales formados por losas planas de concreto en columnas presentaron mayor porcentaje de daños graves (40% de los edificios de diferentes pisos) y adicionalmente se encontraron algunos factores que pudieron agravar los daños como: irregularidad geométrica, edificios de esquina, estructuras propensas a golpeteo, sobrecargas, primer piso débil e incluso se encontraron sistemas estructurales modificados (Hernández, 2017). En este texto, nos referimos a los edificios de esquina como aquellos que generalmente tienen dos fachadas que dan a la calle con cierto tipo de sistema estructural (e.g., marcos) y dos lados que miran a las estructuras adyacentes con otro tipo de sistema estructural (e.g., muros), que conduce a estructuras propensas a la torsión debido a las rigideces muy diferentes. Del mismo modo, con respecto a las estructuras débiles del primer piso, denotamos edificios con el primer piso formado con marcos y los otros pisos formados con sistemas de marco de pared.


Derivado del sismo de 1985 las muertes totales fueron de 9,500 víctimas, los sobrevivientes afectados fueron 2’130,204 personas y las pérdidas económicas fueron de USD $ 4.104 millones (casi USD $ 9.800 millones actualizados a 2019 para una tasa de inflación promedio de 2.59 % para el período 1985-2019), respectivamente (EM-DAT, 2019).


Exactamente 32 años más tarde la Ciudad volvió a ser sacudida por un sismo de magnitud Mw7.1 ocurriendo a las 13:14:40 hora local registrando su epicentro en los límites entre los estados de Morelos y Puebla a casi 120 km de la Ciudad de México. Este evento desempolvó las memorias de algunos habitantes de la ciudad que se encontraban conmemorando el fatídico evento de 1985. En contraste al evento de 1985 para este sismo de profundidad intermedia el mecanismo generador fue de falla normal, el cual dañó varios estados del centro de México.


Figura 2. Colapso de Rancho del Arco 32, edificio multifamiliar de 6 niveles derrumbado por el sismo de 2017. Créditos fotográficos: Cuartoscuro. (Imagen obtenida de: https://bit.ly/2K8tqcP )


En contraste con el evento de subducción de 1985, este mecanismo conduce a contenidos de mayor frecuencia (aproximadamente 1 Hz, Jaimes et al.,2015). Esto significa que se generaron intensidades sísmicas mayores en sitios con periodos de suelo menores, Ts, entre 0.7 y 1.5 s (un promedio de 1.3 s).


Como consecuencia de este sismo se registraron 38 edificios colapsados total o parcialmente en la Ciudad de México, de los cuales 27 corresponden al sector vivienda (esto es el 71% de los edificios). Adicionalmente se informa que alrededor del 90% de los edificios derrumbados se construyeron antes del sismo de 1985 (Galvis et al., 2017), lo que significa que ya habían resistido el sismo más destructivo en la Ciudad de México.


Esto significa que muchas estructuras podrían haber sufrido daños acumulados de eventos anteriores, asentamientos no uniformes y otros problemas que pudieron aumentar su vulnerabilidad sísmica. Adicionalmente se observó en el evento de 2017 que los edificios colapsados y severamente dañados tenían principalmente entre 4 y 10 pisos (Cruz et al., 2017), muchos de los cuales también se identificaban como: edificios de esquina, edificios con estructuras de planta baja débil e irregulares geométricamente. El 61% de las estructuras colapsadas se construyeron con losas planas de concreto sobre columnas de concreto (Galvis et al., 2017), lo que resulta en un porcentaje mayor en comparación con lo observado en el evento de 1985 (43%; Meli y Miranda, 1985). Al igual que en 1985, el sismo de 2017 dejó estructuras severamente dañadas que en gran porcentaje requirieron proyectos de reestructuración importantes cuando no fueron demolidas.


La cifra oficial de fatalidades en el país fue de 369: 228 en la Ciudad de México, 74 en Morelos, 45 en Puebla, 15 en el Estado de México, 6 en Guerrero y 1 en Oaxaca (CNDH 2018). Los sobrevivientes afectados fueron 2’500,000 personas y USD $ 6,000 millones en pérdidas económicas (casi USD $ 6,200 millones actualizados a 2019 para una tasa de inflación anual promedio de 2.01%), respectivamente.


Un resumen de las diferencias entre ambos sismos se muestra en la figura 3.

Es importante mencionar que para ambos sismos (1985 y 2017) los edificios destinados a vivienda fueron los más afectados. Un ejemplo de ello es que después del evento de 1985 se reportaron 757 edificios con colapso total, parcial o con daños severos (FICA, 1988), de los cuales alrededor del 55% correspondían al sector vivienda, ya sea multifamiliar o unifamiliar. Otro ejemplo de ello es que en el evento de 2017 y con respecto a los 38 edificios derrumbados, más del 70% correspondían a viviendas (27 de 38 edificios). Adicionalmente el 43% de las muertes se asociaron a estos edificios (99 de 228 víctimas murieron en las viviendas colapsadas). Otro factor importante es que en 9 de las 27 viviendas mencionadas no presentaron víctimas por los derrumbes (IIUNAM, 2017).


Contrastando los efectos negativos de ambos sismos, se observa que el evento de 2017 representa aproximadamente el 4% de las víctimas en comparación con el evento de 1985. Los sobrevivientes afectados del evento de 2017 representan aproximadamente 1.2 veces los del evento de 1985, y las pérdidas económicas del primero representan alrededor del 63% de los del segundo.


Cabe destacar que dentro de los edificios construidos en los 32 años de diferencia entre ambos sismos (1985 a 2017), de acuerdo con la Plataforma “¿Por qué se cayó mi edificio?”, únicamente un edificio construido con la normatividad de 2004 colapsó en el sismo del 19 de septiembre de 2017 Mw7.1.


Se observa que estos dos sismos han sido devastadores para la ciudad, particularmente afectando a los edificios destinados a vivienda, en donde por la relevancia que tiene el derecho a un nivel de vida adecuado en el contexto de los Derechos Humanos, al verse dañada la vivienda como consecuencia de un fenómeno natural, puede llegar a dejar vulnerables otros derechos que la ONU reconoce como indivisibles, es decir que no puede existir uno sin el otro y que si alguno se ve dañado, automáticamente afecta de forma directa o indirecta a los demás.


Adicionalmente el impacto que tiene el daño a la vivienda multifamiliar a nivel urbano es importante porque como consecuencia de estos eventos, muchas familias se encuentran aún sin poder rehabitar sus viviendas, buscando refugios temporales y así impactando a otros procesos a nivel urbano, como las actividades económicas, recreativas, las condiciones de higiene y salud en la ciudad, la estética urbana, y la sociología urbana.


Referencias:

  • Catalán, V. I., (2020) ¿Cómo se comportaron los multifamiliares que tenían daño previo después del sismo del 19 de septiembre de 2017? Academia XXII, 11(21), 83-113.

  • Fundación̤, I. C. A. (1988). Experiencias derivadas de los sismos de septiembre de 1985. Noriega editores. México

  • Galvis, F., Miranda, E., Heresi, P., Dávalos, H., & Silos, J. R. (2017). Preliminary statistics of collapsed buildings in Mexico City in the September 19, 2017 Puebla-Morelos Earthquake. John A. Blume Earthquake Engineering Center and Department of Civil and Environmental Engineering Stanford University, http://learningfromearthquakes. org.

  • Hernández, M. A. (2017). Revisión de estructuras dañadas en sismos ocurridos en la Ciudad de México a la luz de nuevos conocimientos, Tesis de maestría, Universidad Nacional Autónoma de México, Ciudad de México.

  • Jaimes, M. A., & Angulo, E. R. (2006). Comparación del comportamiento de edificios en el valle de México ante sismos de subducción y de falla normal. Revista de Ingeniería Sísmica Núm. 75 (2006), pp 1-22. <https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=61807501> Fecha de última consulta: 23 de febrero de 2020.

  • Meli, R. (1986). Evaluación de los efectos de los sismos de 1985 en los edificios de la ciudad de México (3 volúmenes y 7 anexos), Informe Interno DE. EST-V2/1, Instituto de Ingeniería, UNAM.


*La autora agradece al Instituto de Ingeniería en las Coordinaciones de Ingeniería Sismológica y Estructural por las facilidades brindadas para el desarrollo de esta investigación, así como a FUNDARQMX por este espacio de difusión.


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