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Dust Architecture y su Arquitectura del desierto.

Actualizado: 16 nov

Por Jesús Tovar

Dedicado a mis amigos Cade Hayes y Jesús Robles de Dust Architecture


Fotografía: Jeff Goldberg-ESTO 


Hace algún tiempo en mi despacho Tovarendón+Arquitectos nos dimos cuenta del papel tan importante que juega el desierto en nuestras vidas y en nuestra arquitectura. Como muchos saben, acá en el noreste de México, se adentra hasta nuestra metrópoli el desierto de Chihuahua, con toda su fuerza descomunal e implacable. Realizamos entonces una ardua investigación con respecto a cómo se podrían abordar mejor los proyectos en el desierto, para ello buscamos diversas firmas de arquitectura de los estados del sur de los Estados Unidos. El desierto de Arizona, por ejemplo, lo consideramos muy similar al nuestro, en Sonora. Encontramos en ambos desiertos puntos de convergencia, los consideramos más que una frontera que divide un borde común para la amistad y la historia común.  

 

En Arizona y a nivel internacional, Dust Architecture ya es un referente para tomar

en cuenta y para nosotros sin duda también lo es. Por lo anterior hicimos contacto con ellos para intercambiar ideas, puntos de vista e información. Su forma de abordar, resolver y diseñar sus proyectos no solamente ha sido única sino también muy afín a lo que nosotros aspiramos y queremos hacer para nuestra obra en la Laguna. Como ellos, siempre hemos sabido, como animales que habitamos el desierto, que este puede llegar a convertirse en una obsesión y más para los espíritus sensibles de los arquitectos de ambos lados de la frontera. Tanto nosotros en Torreón, México como el equipo en Tucson, Arizona con Cade Hayes, Jesús Robles y todo su equipo, sentimos que compartimos esa forma de ser y de hacer Arquitectura. Dios los hace y ellos se juntan, dicen. Para Dust Architecture esta obsesión se ha convertido en un conjunto de obras de una calidad inigualable, atemporal y única, pero ¿Cómo comenzó todo esto?

 

El desierto nos ha dado muchas lecciones a través del paso del tiempo. Recuerdo mucho los casos de Marruecos, Túnez, Egipto y el resto de los países africanos, por ejemplo: ¡Shibam, el Taliesin West del gran Frank Lloyd Wright, o la Fábrica Renault de Ricardo Legorreta!. Aunado a esto, la obsesión por el desierto comenzó con el amor por la tierra compartida, por nuestro origen común, por la curiosidad de saber de dónde venimos y hacia dónde vamos. Es hambre de eternidad.

 

Para nosotros, tanto el desierto de de Sonora como el de Chihuahua son vasos comunicantes entre México y los Estados Unidos. Es un lazo que no se rompe con una frontera entre dos países marcada por un río, ambos desiertos son parientes de la misma familia, casi hermanos Por lo tanto, la forma de abordar y de resolver un proyecto arquitectónico podría ser no solo similar, sino abrevar de las mismas fuentes para volverse una expresión significativa y comprensible no sólo para los locales, sino también para quienes no viven en estas latitudes del planeta.

 

Chamizos, gobernadoras, huizaches, rocas, gravas, espinas, polvo, remolinos… cactáceas, suculentas, serpientes, arañas, coyotes… el desierto es un universo inagotable si sabemos como mirarlo. Los que vivimos en el desierto a veces nos acostumbramos a él y con el tiempo entre la luz deslumbrante y el sol, nos volvemos, extrañamente indiferentes, miopes; de ahí la necesidad de reconciliarnos con él, no dejar de verlo con cariño. Es de este cariño que surge la arquitectura de la firma Dust Architecture con obras representativas como Casa Caldera, el pabellón Hummingbird, la Suite Marfa, la sombra de Santa Fe y su retiro de montaña de Tucson que es posiblemente su obra más famosa e internacionalmente conocida. Este despacho de Tucson integra la arquitectura a su entorno y lo embellece de la mejor manera, complementándolo. Estas obras las describo brevemente para todos nuestros lectores:

 

La Casa Caldera es una vivienda casi mimetizada con el desierto, una madriguera para seres humanos llena de sombra y de una atmósfera de serenidad. La tierra, el concreto, el cristal, la piel, el metal, la madera y el resto de los materiales utilizados fueron usados en su justa medida para generar una sensación de modernidad y elegancia en medio de un ambiente agreste e inhóspito como lo es el desierto. Esta casa, además, complementa perfectamente el paisaje que lo rodea, dialogando con él. Lo aparente, lo tosco y lo oxidado dominan la atmósfera sin quitar a su aire de dignidad y de belleza natural.  

 

El pabellón Hummingbird es una cubierta metálica dinámica y alabeada armada con un esqueleto de madera, apoyada y atornillada en su totalidad en tres columnas metálicas. Todo el conjunto arquitectónico es una obra de arte de manufactura, tanto los elementos de acero, como la mismísima madera están tratados de una forma tan detallada que forman parte indisoluble de un todo arquitectónico de gran calidad. Este lugar de descanso en medio del desierto permite tener vistas en 360° en un entorno muy agradable. Las sillas o las bancas que se pueden acomodar a lo largo de la cubierta debajo de una amplia zona sombreada, permiten al visitante no solo gozar de la vida salvaje circundante sino también, de una arquitectura creada para deleitar.

 

La suite Marfa es un espacio que está construido gracias a una rigurosa colocación del adobe inmemorial en una versión moderna, combinado con el uso del concreto en pisos, en el desplante de los muros y en los cerramientos de puertas y ventanas para generar un agradable contraste. Este sistema mixto no solamente está resuelto acertadamente en el ámbito constructivo sino que también satisface estéticamente hasta al ojo más exigente. Cielos blancos, aluminio natural, maderas, repisones, remates de concreto y muebles de diseño se combinan para evocar los tiempos idos de una arquitectura casi eterna y pragmática.

 

La sombra de Santa Fe es un edificio de color negro desplantado en concreto y construido de forma masiva e inteligente. De primera mano, da la impresión de ser una fortaleza contra la modernidad, su ruido, su caos y el estrés citadino. La combinación de negro y gris del conjunto armonizan con su entorno, dominado por el verde olivo de las gobernadoras circundantes. Su volumetría básica invita a la vida simple y llana del campo que puede llegar a ser contemporánea, gracias a su arquitectura de líneas puras. La luz solar genera en el edificio sombras abstractas que componen una sinfonía de oscuridades en su exterior. En el centro del edificio un paso a través de este, enmarca de forma magistral el paisaje desértico. Por otro lado, los antepechos inclinados son elementos distintivos del proyecto, además del uso del aluminio negro que se pierde visualmente con sus formas para simplificar la solución final.


 El retiro de montaña de Tucson es sin lugar a duda un poema arquitectónico que descansa en medio de un hermoso bosque de zaguaros. Muros de tierra compactada, pulcritud, amplitud espacial, el concreto pulido y tosco presente hacen de esta vivienda un perfecto escondite para la pareja de clientes que la encargaron. Abierta en sitios estratégicos para generar vistas con el hermoso entorno, la vivienda se conecta con este y da la sensación de vivir casi afuera, aprovechando además, la ventilación natural del sitio. La iluminación del interior, aunado al color de la tierra e los muros genera una atmósfera con calidez de un verdadero hogar. El acceso, a través de sus escalones cúbicos de concreto, permite al mundo abstracto enseñarnos algunas de sus lecciones. La madera craquelada genera un sinfín de emociones junto con una escalera de caracol con delicadas perforaciones que permiten el paso de la luz solar hacia el nivel del piso, generando una serie de efectos plásticos y delicados. 


 Fotografía: Jeff Goldberg-ESTO


Dust Architecture me recuerda a aquella comunidad religiosa que buscaba a Dios en el silencio. Una comunidad que ansiaba su fuga mundi, estos arquitectos norteamericanos no solo lo han encontrado en el silencio y el polvo del desierto, sino que han hecho contacto con un Dios creador que les inspira espacios desbordantes de color, texturas y materiales que nos demuestran que también aquí se puede hacer buena arquitectura a pesar de todo y de todos. El calentamiento global traerá en el futuro más soluciones de arquitectura de desierto y este despacho es una fuente de agua fresca en medio del caos. Los arquitectos que vivimos en desierto debemos ser ascetas o ermitaños del desierto para trascender y crear arquitecturas inolvidables. Estas podrían ser nuestras metas comunes para vencer la fealdad y la vulgaridad…


Fotografía: Jeff Goldberg-ESTO


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