Las contingencias ambientales han sido la oportunidad para que los ciudadanos exijan cambios en políticas públicas en esta materia.
Mi Tía Bety -parafraseando a Galileo Galilei-, concluye cada vez que platicamos sobre la Ciudad de México diciendo "y sin embargo funciona", pues pese a todas las problemas urbanos, ambientales, sociales, económicos y políticos, la urbe sigue su curso, nada la detiene.
La movilidad ha sido el tema en los últimos años, problemática nodal de la calidad de vida de las ciudades. Cada vez que evadimos una solución de movilidad y transporte, estamos restándonos –literalmente- años de vida.
Imagino que somos como esas colonias de hormigas que transcurren sin cesar por una línea marcada, sin descanso, sin desvío. Una tras otra, sin parar hasta llegar. Igual de sorprendente y natural se desarrolla la movilidad peatonal, ciclista, de transporte y automovilística en la trama de la ciudad. De alguna forma nos acomodamos y más tarde que temprano llegamos a donde tenemos que ir.
La inamovilidad vehicular y de transporte público a la que nos hemos estado acostumbrando las últimas dos décadas es cada vez peor, desquiciante. Vivo en una de las colonias centrales de la ciudad, me meto a mi casa, cierro la puerta y me desconecto de los miles de autos que están estacionados afuera en la hora pico. Polanco, Roma, Cuauhtémoc, Santa Fe y tantas otras de 6:30 a 8:30 horas son un estacionamiento con emisiones tóxicas al ambiente.
Ya lo vemos, que el 95% de los automóviles van con un solo pasajero que, por cierto, va haciendo corajes y frustrado porque salió temprano de su oficina para nada, llegará harto y cansado a casa.
Desespera ver que la mayoría de la gente al volante vaya tan inmersa en sí misma, que no se da cuenta que detiene su auto sobre el paso peatonal; que se detiene en el cruce de dos calles impidiendo el paso al resto o que dará vuelta a la izquierda y va en el carril de la extrema derecha. Por supuesto, no pone la direccional y tampoco le importa no dar paso a los que van de frente, ni que le piten cada vez que lo hace, al fin, él sí avanzó más que los otros -que sí respetan-.
Ahora que tuvimos la contingencia ambiental, nos quedamos cortos en exigir un verdadero cambio en políticas públicas. Lo curioso es que ni siquiera hubo grandes promesas de invertir en mejor transporte anticontaminante como en la ciudad de Seattle; de limitar la venta de autos o incluso hacer subastas de permisos para limitar la circulación; o de regular zonas de la ciudad congestionadas, cobrando tarifas reguladas en las horas pico como se hace en Singapur; o transporte gratuito en la zona central de la ciudad de Melbourne para alentar que la gente deje su auto en otro lado porque no lo necesita. Es más, le estorba.
En Singapur, se cobran tarifas reguladas en las horas pico.
Melbourne, Australia ofrece transporte gratuito en la zona central de la ciudad para alentar que la gente deje su auto.
Nos limitamos a celebrar que se quitara el programa Hoy no circula doble. La mayoría se puso feliz de que la veda automovilística parara. La mayoría no pensó en cambiar su forma de vida por algo más sano. Cambiar de casa para vivir más cerca del trabajo, compartir auto, negociar un horario de trabajo que no conflictúe las horas pico, caminar, usar la bici.
Qué decir de las combis y micros que ya anuncian su desaparición y quizás pronto se expongan en algún museo de lo increíble. Cuando uno llega a la línea fronteriza de la Ciudad de México con el Estado de México las reglas son otras.
Ahí el respeto a la ley de civilidad y código de manejo es nulo, pasa el que se avienta, el que no tiene miedo de dejar abollado un costado. No hay la decencia del uno y uno, pasan los que se juntan y empujan en montón. Por un lado, la combi con sus decoraciones extremas y el cierre automático de cordón, y por el otro la micro, una magnífica compra de un lote de camiones de escuela infantil que a ningún adulto le parece cómodo.
Ni compararlo con el taxi negro de Londres, una producción realizada especialmente para ese fin, con conductores que pasan pruebas extremas de manejo, de memoria de rutas, de decencia. O con el tradicional camión de dos pisos, donde cada parada te indica el horario exacto en que pasará por ahí. Si la tabla impresa dice que el autobús P11 llegará a las 10:35 AM, a las 10:34 AM lo ves venir a una cuadra. Es posible.
El Sistema Colectivo Metro es una de las maravillas del mundo y está aquí, en nuestro país. Una de las mejores obras de infraestructura, masiva, colosal, económica, viable, ordenada, continua, eficiente, más sin embargo saturada, detenida en el tiempo, sin mayores inversiones en nuevas líneas, ni mencionar lo que ya sabemos todos de la Línea Dorada.
Algunos países del norte de Europa, como Holanda o Copenhague se llevan “las palmas” con la red de ciclo vías que denotan una verdadera preferencia y apoyo al ciclista. Rutas que van atestadas de personas de todas las edades andando en bicicleta a todos lados de la ciudad, con buenos pavimentos, protecciones, semáforos, pasos y señalización en cada sitio y con verdaderos estacionamientos de varios niveles saturados de bicicletas.
Holanda es uno de los países que más y mejor ha impulsado el uso de la bicicleta como medio de transporte.
Nuestra ciudad se presta por su topografía lacustre para tener una red eficiente y completa. Confieso que sólo algunos deportistas podrían con la zona poniente de la ciudad, pero más del 80% del territorio urbano está prácticamente en una misma cota sobre el nivel del mar, es decir, es la ciudad prácticamente plana de sur a norte, cientos de colonias que podrían estar interconectadas, no lo están.
Hoy celebramos cada 5 ó 10 kilómetros nuevos de supuestas ciclovías en delegaciones como Miguel Hidalgo o Benito Juárez, tramos sumamente cortos y que además llegan a vialidades extremas que no garantizan la seguridad del ciclista. Necesitamos redes continuas, sin topes, sin atropellamientos, con pasos privilegiados para los héroes urbanos.
Lo mismo a los motociclistas, son transportes que hacen más eficiente el tránsito para ellos y para nosotros y tampoco cuentan con beneficios para su uso.Ciudades como Hanoi o Ho Chi Min en Vietnam tienen 10 millones de motonetas recorriendo la ciudad de 12 millones de habitantes. El resultado son ciudades con una gran intensidad de ocupación y de flujo vial que sería imposible con el mismo número de automóviles.
Ciudades como Hong Kong, con grandes retos urbanos y de infraestructura por su ubicación geográfica e impresionante densidad, respetó el interés público de conservar los tranvías tradicionales de dos pisos. La gente pidió que se conservaran, que no se cambiaran, y hasta el día de hoy sigue siendo uno de los transportes más útiles, no contaminantes y prácticos de la ciudad sobre la superficie.
En cambio, en la Ciudad de México hemos limitado la expansión de los trolebuses, el único transporte que no contamina y uno de los más económicos de la ciudad: con sus 2 pesos, el viaje asegurado”. En lo personal, siempre que puedo me espero a que pase el Trolebús que me lleva al Metro Chapultepec. Así tarde media hora o 45 minutos en pasar, lo espero; es un romance con la tradición, con la calidad, con lo bien hecho, con el transporte que vale la pena incentivar. Las pocas unidades llevan décadas funcionando y pese a su escaso mantenimiento, siguen y siguen y siguen.
La ciudad es inamovible, lo que puede cambiar es su movilidad y es urgente atender la problemática desde varios ángulos. Pensar e implementar soluciones pero que sean analizadas de manera integral. No más proyectos parciales, elitistas, populistas. Proyectos integrales que nos benefician a todos por cordura y sentido común.
¿Se acuerdan del segundo piso que se construyó a principios del siglo XXI? ¿Se acuerdan de cuántos monumentos cercenó visualmente? ¿Cómo quedó el subperiférico lleno de hoyos y salidas estrechas de reto mayor? ¿O las miles de edificaciones que ahora tienen unas 'ballenas' de concreto frente a su ventana. ¿ De las inundaciones arriba y las goteras abajo, aún sin lluvia? Una ciudad con "esperanza", decían.
Exijamos cada vez más una ciudad con calidad urbana, con belleza. Se dice ahora que el clima extremo pudo haber sido la causa de abandono de las magníficas ciudades Mayas en la Península de Yucatán. De seguir así, ¿qué será lo que termine con la Ciudad de México?
Escrito por: María Bustamante, quien es Arquitecta por la Universidad Iberoamericana, Maestra por la Architectural Association de Londres, Cronista de la Delegación Miguel Hidalgo, Vicepresidenta de la Fundación de Arquitectura Tapatía Luis Barragán y Fundadora de FUNDARQMX.
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