El icónico lugar ha sido testigo de incontables hechos históricos como la invasión norteamericana, la guerra de los pasteles, la decena trágica, los mártires de Tacubaya, entre otros.
Tacubaya comienza justo donde se alza una suave pendiente al poniente de la Ciudad de México. Lo que por siglos había sido un inmenso territorio (de Mixcoac a Azcapotzalco y de Escandón a Santa Fe), actualmente representa sólo una colonia de las 84 pertenecientes a la Delegación Miguel Hidalgo.
Por su estratégica ubicación, ha sido testigo de incontables hechos históricos como la invasión norteamericana, la guerra de los pasteles, la decena trágica, los mártires de Tacubaya, entre otros.
Además, alberga la casa presidencial "Los Pinos", unida al antiguo Molino del Rey; el Museo Casa Taller del Arq. Luis Barragán (que este año cumple 10 años de ser considerada patrimonio de la humanidad) y antiguas quintas que tras varios siglos se levantan orgullosas conservando espléndidos jardines virreinales que se dieron especialmente en esta zona debido al agua abundante del Rio Tacubaya, el cual continúa bajando (en ocasiones a cielo abierto y a veces oculto bajo el asfalto), pero aún con nacientes de agua pura y cristalina que al poco tiempo se va contaminando. (1)
Este río generó una vida especial al instalarse el primer molino de América y que actualmente conocemos como Molino de Santo Domingo, el cual conserva parte de la maquinaria y de la edificación original.
Se instalaron otros como el Molino de Belén de las Flores y el Molino del Rey, así como acueductos que surcaban los sembradíos de trigo para llevar agua fina de Santa Fe a la parte Norte de la Ciudad de México por varios siglos. (2)
Esta virtud hídrica inspiró el establecimiento de extensas Quintas, verdaderas mansiones o pequeñas haciendas con jardines exuberantes, con fuentes, canales de agua y pequeños lagos, puentes, kioskos, cenadores, grutas, e incluso teatros y boliches. Algunas casas inclusive llegaron a tener la entrada directa del tranvía que llegaba desde la capital.
Las casas comenzaron a erigirse desde el siglo XVII, pero tuvieron su mayor esplendor en el siglo XIX, cuando comenzó a ser un verdadero atractivo para la burguesía mexicana de aquella época y a fincar residencias de verano en forma de palacetes, duplicando su población en ciertos meses del año.
Tacubaya alojó la obra de varios arquitectos de renombre del siglo XX como José Villagrán, con la Escuela República de Costa Rica; Juan Segura, con el Edificio Ermita o el Edificio Isabel; Juan Sordo Madaleno, con el Cine Ermita o Ecocinemas entre otros. (5)
Al ser paso obligado de todos los ciudadanos para ir de Sur a Norte o de Oriente a Poniente, Tacubaya se ha vuelto una "cruz de olvido", un transitar más que un estar. Invito al lector a recorrerla, a transitarla a pie, a conocer sus jardines, sus parques, sus calles estrechas donde Buñuel filmó parte de Los Olvidados (1950), para comenzar a recordarla y devolverle la dignidad y la vida que merece.
Se han hecho proyectos para sanarla, ambiciosos la mayoría, pero perdurables y positivos pocos, muy pocos. Uno de ellos fue el cambio del pavimento y atarjeas en calles estrechas del antiguo Tacubaya, colocando incluso concreto estampado empedrado, cunetas suaves y bolardos encadenados para proteger las "banquetas de enamorados" donde sólo caben dos personas muy juntas. Una obra de gobierno bien realizada, bien supervisada y que ha perdurado al paso del tiempo.
Tacubaya es como dice el Arq. Luis Andrés Palafox:
"Cuando bajaron del monte, la ciudad ya había sido devorada por el propio hombre. Sólo escucharon un murmullo, y le pusieron por nombre Tacubaya."
Escrito por: María Bustamante Harfush, quien es arquitecta por la Universidad Iberoamericana, Cronista de la Delegación Miguel Hidalgo y Presidenta de FUNDARQMX.
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